Lectores

El Clave bien temperado

Parte 5. El clave bien Temperado. Libro I. 19


Alabanza
—El clave bien Temperado. Libro I—

Cantaré ahora un cántico de dicha.
Un salmo de alabanza
que rebose el lindero de mi esencia
aunque su eco parezca un eco viejo,
¿cuándo el sol ha cambiado su saludo…?
Su mano es, y siempre ha sido,
irresistible beso de una madre,
infinita mirada de los niños,
poderoso latido de una estrella.
Su misericordia es, y siempre ha sido,
inabarcable mar sin huracanes.
Su nombre es, y siempre ha sido,
indescifrable almíbar de las cumbres,
insondable misterio de los tiempos.
insustituible hálito de vida.
Sus ojos miran, siempre han mirado,
como la madre que amamanta a su hijo.
Su corazón camina, siempre ha caminado,
a idéntico compás humano.
Su venero es, siempre lo ha sido,
luz de estrella que alumbra
el engranaje de un instante.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).