Arquitectura, fe, oración y sueño
Como
mariposas al alba en mi recuerdo donde se oxidan las melodías, revolotean tus sones:
pináculos de catedrales, éxtasis de místicos, arcanos de la música: arquitectura,
fe, oración y sueño.
Como
sonrisas del horizonte resuenan las súplicas de las estrellas, líquidas
alabanzas surcan el tiempo o el infinito o el cosmos, o inflaman de anhelo por
lo eterno el vuelo de los ángeles, cuya melodía moldeaste del adobe de tu plegaria
concertante.
Como
terciopelo de viento arropa el violonchelo un susurro de yerba al pétalo
ardiente de la estrella o un crujido de universo a los sueños de los vientres o
una lágrima de Dios sobre el rostro de la muerte.
Como
cíclopes de viento aletean edificios de fusas: voz de órgano en carrera para
asir el corazón del infinito, o catedral en vuelo de diamantes construyendo la
luz del arco iris, o canción de serafines para acunar el sueño de la galaxia, o
combustión de Dios en la pústula de la miseria.
Se
cauterizan las heridas de mi alma que supura lodo, angustia, ceniza, polvo,
sufrimiento.
No
sé si fueron el viento o la llama o la melancolía o la nube quienes hollaron el
tiempo y arrojaron la simiente de tus sones sobre mi venero apasionado cuyo horizonte
se perfila en la hoguera del ocaso ardiendo en nubes como caricias, incendiado por
soles como sueños, henchido por tus notas como retratos del Eterno.