Como un vértigo sin huesos
—El Arte de la fuga—
—El Arte de la fuga—
En el útero de la noche me ha cubierto el
fango de una pesadilla viscosa.
No puedo dar explicaciones de este miedo, de esta angustia.
El peso de este espejismo oscurece mi respiración, y dilapida mis sentidos,
y hunde mi corazón hacia la arritmia, como un vértigo sin huesos.
No puedo dar explicaciones de este miedo, de esta angustia.
El peso de este espejismo oscurece mi respiración, y dilapida mis sentidos,
y hunde mi corazón hacia la arritmia, como un vértigo sin huesos.
Por la ventana diviso la calma opaca de
la madrugada.
Una quietud que no presagia paz,
sino muerte empedrada por coronas de cipreses.
No tengo miedo a su guadaña, sino a cuanto la rodea:
dolor, enfermedad, sufrimiento:
el tuyo, el mío, aquél de quien amamos.
Una quietud que no presagia paz,
sino muerte empedrada por coronas de cipreses.
No tengo miedo a su guadaña, sino a cuanto la rodea:
dolor, enfermedad, sufrimiento:
el tuyo, el mío, aquél de quien amamos.
¿Por qué, la muerte me visita en estas
horas tenebrosas,
tortuosas como pasadizos de cloacas y pústulas?
tortuosas como pasadizos de cloacas y pústulas?
Quizá convenga leer en sus paredes
cubiertas de heces
su mensaje de cicatrices indelebles.
su mensaje de cicatrices indelebles.
Escucho a lo lejos un monótono caer de
agua,
allá la fuente del jardín murmura sonidos de perlas,
pero no se tranquiliza este latido de miedo.
El amanecer está aún lejano,
tan lejano.
allá la fuente del jardín murmura sonidos de perlas,
pero no se tranquiliza este latido de miedo.
El amanecer está aún lejano,
tan lejano.