El reflejo de jaspe de tus ojos
—Concierto número 2 de Brandenburgo—
—Concierto número 2 de Brandenburgo—
Me envuelven las sonrisas infantiles,
quizá pálidas muecas de humo,
pero aún está muy lejos su ademán
del latido que guarda tu hermosa melodía.
Tu discurso se alarga como sombra de ocaso,
se adensa como harina de pan con levadura.
Pero nuestras gargantas, como aprendices de ángel,
se quedan con la piel, no gozan con la pulpa de su cauce.
quizá pálidas muecas de humo,
pero aún está muy lejos su ademán
del latido que guarda tu hermosa melodía.
Tu discurso se alarga como sombra de ocaso,
se adensa como harina de pan con levadura.
Pero nuestras gargantas, como aprendices de ángel,
se quedan con la piel, no gozan con la pulpa de su cauce.
La espesura del tiempo calla,
apaga tu voz
o la esconde en el filo de la hierba.
o la esconde en el filo de la hierba.
No estás aquí, de
pronto te has huido.
*
La languidez preside nuestros pasos,
como un interrogante
la tiniebla se cuelga de los ojos,
aunque no es tan espesa como ayer.
Ya nos hemos perdido, doblando encrucijadas de una duda.
El horizonte es llanto, un llanto doloroso y roto,
lágrimas cuarteándose por esa ausencia muda inexplicable.
Azorados, buscamos tus huellas, el eco de tu paso.
la tiniebla se cuelga de los ojos,
aunque no es tan espesa como ayer.
Ya nos hemos perdido, doblando encrucijadas de una duda.
El horizonte es llanto, un llanto doloroso y roto,
lágrimas cuarteándose por esa ausencia muda inexplicable.
Azorados, buscamos tus huellas, el eco de tu paso.
Las criaturas contemplan nuestros
rostros,
nos preguntan ¿a quién buscáis?, ¿adónde vais tan presto?
nos preguntan ¿a quién buscáis?, ¿adónde vais tan presto?
*
Amanece, y el jaspe de tus ojos de
pronto nos sonríe…
A quienes tanto quiero,
grito, empujo y conduzco ante tu manto.
Tal es nuestra alegría con tu encuentro,
que no sólo los niños bailamos y saltamos.
El gozo es alabanza y canto, himno feliz, feliz poema.
Emprenderemos juntos el camino,
competiremos en veloz carrera
por alcanzar tu acogedor regazo.
Tu voz acunará nuestro aliento disperso
uniéndolo en abrazo sin orillas.
A quienes tanto quiero,
grito, empujo y conduzco ante tu manto.
Tal es nuestra alegría con tu encuentro,
que no sólo los niños bailamos y saltamos.
El gozo es alabanza y canto, himno feliz, feliz poema.
Emprenderemos juntos el camino,
competiremos en veloz carrera
por alcanzar tu acogedor regazo.
Tu voz acunará nuestro aliento disperso
uniéndolo en abrazo sin orillas.