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El Clave bien temperado

Parte 5. El clave bien Temperado. Libro I. 22


He alcanzado la meta deseada
—El clave bien Temperado. Libro I—

Tras el postrer anhelo de mis pasos, previo al silencio de la sinfonía incombustible, oigo el crepitar de los tuyos, porque me acompañan sobre el barandal del último horizonte.
Ahora que el camino se ha ensanchado, ahora que la arena se hace playa definitiva, intuyo que tus pisadas han sido sombra de las mías, y han caminado siempre junto a mí ¿Por qué fui ajeno a su melodía, a su rumor…? Hasta hoy, su nitidez de ocaso inabarcable, fue ajena a mi compás.
Tu aurora me sonríe y me ilumina. En la hora del final ya sólo hay paz. He llegado a la meta deseada. Siento el consuelo de tu mano, poderosa como beso de madre, en mi hombro. Ya soy parte de ese inmenso manantial. Ya soy parte de la luz que envuelve el cosmos. Luz generatriz de vida eterna. Sólo resta la caricia de tu mirada que me sigue desde el principio queda, tan callando.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).