Lectores

El Clave bien temperado

Parte 6. El clave bien Temperado. Libro II. 5


Los colores del día me iluminan el iris
—El clave bien temperado. Libro II—

Apresurada estoy por alcanzarte,
zozobro en esta angustia que me asalta
a causa de tu lejanía.
De nuevo te has fugado,
me escondes esa llama que me incendia.
Asustada avecilla, tiemblo
si distancias tu pulso de mi piel.
Has marchado de mí, enmudeciendo,
¿acaso te entristece mi traición?
Te busco y no te encuentro.
El corazón se me desboca,
hoy teme que esta fuga no sea breve ausencia.
Los colores del día me iluminan el iris,
apiadados del miedo que mi hálito ennegrece,
en este instante engaño al sentimiento,
contemplando el mundo y su hermosura.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).