Lectores

El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 12


Mi voz, tu voz, su voz son nuestra voz…
—El Arte de la fuga—

La inquietud de la duda, como un yugo,
se proyecta en el centro de la noche,
no sólo a mí me pesa y me impacienta.
A mi pregunta, tú respondes siempre,
a tu duda se escucha la respuesta vecina,
tan rápida en la ayuda.
El sonido de las certezas se hace armonía,
decrece la duda que conduce a la melancolía.
Es la certeza intuida en el pasado:
mi voz, tu voz, su voz son nuestra voz…
Única voz repleta de matices,
sílabas poliédricas,
como sueños dorados de futuro.
Voz sumergida en alas sin extremos.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).