Lectores

El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 8


Soy lamento de fangal
—El Arte de la fuga—

A veces, hasta duele
el pensamiento,
como si mil agujas
se clavaran
en neuronas sin vértebras.
En el silencio de esta madrugada
procuro ser sincero
como un niño.
Por eso la añoranza
se me clava
en mitad de la soledad
licuada.
Miradme…
Miradme soy de lodo,
estercolero en grito,
lamento de fangal,
aroma en vertedero.
Pero al fondo una luz
de madreselva:
todavía no todo
está perdido
ni todo es un cadáver
todavía…
A esa llama que tiembla
como un escalofrío,
asomaré mi espíritu
doliente,
por si su brasa cura
la herida que supura
y restaña mi entraña
que se pudre.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).