Lectores

El Clave bien temperado

Parte 6. El clave bien Temperado. Libro II. 3


… A ti precipitado
—El clave bien temperado. Libro II.—

En la espeso del bosque,
el diáfano sonido del arroyo
tranquiliza mi espíritu
vestido con harapos de cansancio
o de hastío que se pudre.
Sólo escuchar me envuelve
en la paz de un espejo sin sombras.
¡Cómo me gustaría sumergirme
en sus puras corrientes de cristal!
Me alcé luego, a la búsqueda
inaplazable de tu sonrisa
que ha rendido mi ser.
Ya voy en vuelo,
a ti precipitado,
pues estás junto al corazón fugado...

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).