Lectores

El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 3


Voz
—El Arte de la fuga—

Imagina o escucha: tu voz es llanto,
imagina o escucha tu lágrima entrañada en mi voz
imagina o escucha cómo gime triste a causa del dolor que te atormenta…
Imagina o escucha: dos voces, un llanto, un gemido, un grito que se expande.
Todas nuestras voces son fragmentos como esquirlas convocadas por la Voz sin límites o aristas.
Todas las melodías son compases de la sinfonía que interpreta el cosmos.
Desnudemos los oropeles que estorban al sonido del universo que se expande sin tiempo ni frontera.
Después del llanto, tras el grito de las galaxias,
llegará una mirada de compasión o quizá una caricia enamorada,
y al fin sólo habrá Voz, voz que engendra la vida…
Voz sin fronteras, sin aristas, sin tiempo…
Voz dilatada en el cosmos…
Voz amada…
Voz. 

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).